Desde Un Sótano En Un Cerro

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Genocyber es lo contrario a violento

"En la medida en que para dominar se esfuerza por detener la ansiedad de la búsqueda, la inquietud, el poder de creación que caracteriza la vida, la conciencia opresora mata la vida."1

Uno de los elementos más interesantes e importantes de Genocyber (y uno que muchos parecen obviar) es que nunca en la serie es Genocyber percibido como la victimaria de sus crímenes. En cambio, se nos muestra como tanto Eleaine y Diana son víctimas, primero de Kenneth Reed, luego de la milicia de Karain y del Vajranoid y, por último, de Ark de Grande City y la gigantesca estación que vigila en el espacio.

Más interesante aún, es que todos estos "enemigos" con los que Genocyber tiene que luchar están directa o indirectamente relacionados con Kuryu Group. Es más, es por culpa de esta megacorporación, y por su control, mediante la monopolía sobre el mercado militar, sobre el resto del mundo, que Genocyber, escapando de la deshumanización que buscaban ejercer sobre Elaine y Diana (su transformación en una máquina militar asesina), termina causando la destrucción de Hong Kong, iniciando así su subsecuente conflicto con el resto del mundo. Una maravillosa crítica del mundo del capitalismo tardío, donde ni la policía ni el estado puede hacer algo contra el poder que tiene el mercado.

Precisamente porque Eleaine y Diana han sido violentadas es que ellas aplican la violencia para poder sobrevivir, incluso si el resto de la humanidad se ve a ellos mismos como los que están sobreviviendo. Para que Genocyber deje de destruir, que es la conclusión lógica a la que llega la serie, debe (re)definirse a si misma, una vez roto el último sello, una vez destruido el último símbolo opresor, recién ahí es que se dan cuenta que tienen el poder para crear. Para superarse a si misma (porque pasar del amor a la muerte al amor a la vida es superar la violencia opresora) reencarna en un bebé, abandonando el odio y la destrucción por el amor y la vida.

Genocyber es, por lo tanto, una serie sobre la creación mediante la muerte, y no sobre la muerte en sí, como tantas personas tan erroneamente parecen creer, con sus elogios hacia su violencia y su desacreditación hacia la historia.


1 Paulo Freire, Pedagogía Del Oprimido, 1968